Calaverita para una cuenta caída 
La huesuda fue a buscar,
a una ardilla sin parar,
que saltó de Ask a otra Ask,
¡y no se quiso quedar!
Frikyta, tan ingeniosa,
con su risa contagiosa,
coqueteaba con la parca,
¡ay, qué niña tan sabrosa!
Enamorada y burlona,
le decía: “¡Ni lo intentes!”
Pero la flaca risueña
ya le había puesto los dientes.
"Por traidora y movediza,
te llevo en esta calabaza,
pero en el Mictlán querida,
¡harás reír toda la casa!"