Vaya! Me hiciste recordar cuando mi papá puso una de esas infames trampas mortales en el patio de la casa. Uno a uno fueron muriendo unas ratas que para su mala suerte habían entrado en busca de alimento. A la última del clan le tocó la más horrible muerte pues vi cómo el gancho le destrozó parte del hocico y agonizó unos largos minutos. Desde ese día odio esas trampas, mi propio padre se conmovió y me dijo: el que inventó esto tiene que haber sido un maldito.