Es posible que simplemente nos guste creer en el destino porque nos da una sensación de propósito y significado en nuestras vidas. Quizás nos hace sentir que no estamos solos, que hay alguien ahí afuera que está esperando por nosotros.
En cualquier caso, la creencia en el destino puede ser una forma hermosa de ver el amor. Nos permite soñar con la posibilidad de encontrar a alguien que nos complete, alguien con quien podamos compartir nuestras vidas de manera profunda y significativa. Y aunque no podamos probar que el destino es real, la emoción y la conexión que sentimos cuando encontramos a alguien especial pueden ser tan poderosas que nos hacen sentir que todo es posible.