Es curioso cómo a veces los discursos más dulces son los que llevan la daga más afilada.
Uno simplemente viene a participar con la mejor disposición, y ya hay quien necesita poner etiquetas o lanzar suposiciones envueltas en emojis.
No todos venimos a este tipo de espacios a revivir viejos conflictos ni a jugar al detective, algunos solo venimos a aportar, observar o simplemente pasar el rato en paz.
Y si alguien se siente amenazado por la idea de que alguien más opine sin mostrarse como espera… tal vez el problema no es el anonimato, sino la inseguridad de no poder controlarlo todo.
Una linda canción para amenizar la noche:
Saludos.