Pera que me desespera por comerla.
Su piel brillante, un misterio en cada mordisco.
El aroma dulce me abraza como promesa,
anhelando su jugo que acaricia el paladar.
Bajo el sol dorado, en la mesa reposa,
esperando la hora de la deliciosa entrega.
Cada bocado, un suspiro de placer,
coqueteo entre el deseo y la realidad.
Oh, pera, mi capricho eterno,
tus formas suaves son canto a la alegría.